Una vez más.

Payaso llorón..

Muchas veces,

depende

de cómo seas capaz

de tomarte una derrota.  

A veces

te puede vencer la noche,

dejas de ver las estrellas,

olvidas

que aunque esté oscuro,

la luna también alumbra.

Otras

sorprendentemente

ves la luz,

eres capaz

de desenterrarte

de entre tanta tierra

que te oprime.

Esta vez no lo sé,

y muy probablemente

no quiera saberlo,

aunque de sobras lo intuyo.

Una derrota más,

una de muchas.

Una batalla librada

en campo enemigo,

una batalla que caerá en el olvido,

olvido de aquellos

que perdieron una vez más,

olvido de aquellos

que lo intentaron

pero la suerte volvió

a no estar a su favor.

Cuesta sobreponerse

y aunque ya lo has hecho

muchas veces,

cada vez

que tienes que hacerlo de nuevo,

es como empezar de cero,

como si tuvieses

que volver a escalar

esa montaña eterna,

como si finalmente

tuvieses que acostumbrarte a perder.

Será que la victoria

esta hecha para unos pocos,

y la derrota es común.

Será

que tengo que acostumbrarme

a perder,

por si alguna vez soy capaz de ganar.

La lucha contra lo inevitable.

Payaso llorón..

Y qué le voy a hacer si te quiero,
si este café me sabe a ti,
si este cigarro
me llena los pulmones con tu nombre,
si este momento
que eres tú en mi cabeza
no se acaba nunca.
De que me sirve
negarte esta zona noble en mi corazón.
Para qué seguir hondeando
esta bandera republicana,
si mi mente
se empeña en quererte como Reina,
para qué negarte este trono
que te ha sido regalado.
Y qué le voy a hacer si te quiero,
si me da miedo
que lo sepas,
si me da miedo
no decírtelo,
si me da miedo
que me quieras,
si me da miedo,
que todo esto sea mentira.

Eso

Es el púgil del hastío,
la tormenta en tierra seca,
agua que no llega al río
y jamás seca, brío.

Dos ancianos que se miran,
viendo más allá que el resto.
Pasa el tiempo y él y ella
aún sonríen, justo esto.

Aquello que no se ve,
tampoco se puede decir.
Aquello que busqué
cuando sólo iba a venir.

Aquello que se ganó
y también que fue perdido,
Ello, de tener nombre
haría de ésto un sinsentido.

J.

Hojas de otoño.

Payaso llorón..

Como el árbol
que ahora en otoño
se despide
de sus hojas muertas,
así quiero
despedirme yo
de estas capas
de odio y miedo
que me sobran.
Renacer en la primavera
de tus brazos,
y hacer de mi cuerpo
desnudo de dudas
un cuerpo de hojas perennes.
Sentir tus labios con los míos,
como si los unos
quisieran ser los otros,
como si por cada beso
que nos damos
quedara menos
para el siguiente
que nunca será el último.
Sentir tu mano en mi mano
y notar
como poco a poco
vamos machacando al tiempo,
que ya ni nos sobra
ni nos falta
porque nos hemos vuelto eternos.
Sentir como este otoño
que nos quiere
llenar de frío este invierno,
no será más
que una estación del año
que nosotros convertimos
en nuestra primera
primavera.

Después

Supongo que lo normal sería decir,
que perdí el rumbo en un mar calmado
varado dado el sabor de condenado
y ahuyentado porvenir.

Y es cuando cuesta decir basta,
a un camino llano y tierno
con calor hasta en invierno
donde ayer no te mentí.

Pero yo soy de otra casta,
no te acuerdas, tu lo viste.
Soy el que desviste historias,
sin memorias no habrá quistes.

Y la oscuridad me insiste
pide que no me resista
que cierre el baúl que abriste
y de nuevo, la desvista.

Y es que todo lo que fuimos
es aquello que fue antes,
siempre lo más importante
fue aquello que no dijimos.

. bebe y resiste

Defecto y virtud.

Payaso llorón..

Y la noche terminó,
se van despidiendo
las estrellas
y vuelve a teñirse de azul el cielo.
Ya despierta el sol,
desperezándose
y despeinado como siempre,
mientras yo camino
sin rumbo alguno,
solo,
castigando mis pulmones
con algunos cigarrillos de más
y pienso,
pienso que jamás aprendí
a entregarme por la mitad,
a jugar al ahora sí
y al ahora no,
a mentir, para salir ganando
a querer sólo cuando lo dicta tu ley.
Ese es mi defecto y mi virtud,
ser un todo,
o nunca ser nada,
matar por vivir,
o morir por querer seguir jugando.

Aquello que más necesitamos.

 Payaso llorón..

Trataremos
de engañarnos a nosotros mismos,
muchísimas veces,
nos diremos que no hace falta,
que somos duros,
que realmente no es necesario.
Jugaremos
a creernos Dioses,
autosuficientes,
independientes,
cavaremos trincheras a nuestro alrededor,
fingiremos ser terratenientes
de todo nuestro corazón.
Si asoma una lágrima salada,
tendremos la desfachatez
de hacerla dulce,
y si por un casual,
qué o quién
se atreviera a cruzar nuestra frontera,
sin pudor alguno
llegaríamos a ser capaces de deshacernos de ello,
mediante viles mentiras,
todo con tal
de no dejar de aparentar
que nuestro castillo está en lo mas alto.
Trataremos absurdamente
de protegernos
porque tenemos miedo,
tenemos miedo
de darnos cuenta
que aquello que rechazamos
es lo que más necesitamos.